Crítica constructiva de un cliente:
La noche que llegué al bar de Pablo Iglesias: una tasca a medio montar
Después del desastre durante la inauguración, acudimos un día de mucho ajetreo a la Taberna Garibaldi para intentar, sin éxito, probar su carta y sus cócteles
Mucho mal gusto y horterada, chabacanismo militante. No pasa ser un intento de bar de viejos con un toque europeo, una imitación de taberna de capital de provincia con ínfulas de modernez.
Un inconveniente muy grande de la Taberna Garibaldi es la falta de ventilación. Dentro,
huele a borracho de tintorro y subversión (de la ducha). Sabemos que la colonia es de Muy de derechas, pero a ver si Iglesias se anima y “deconstruye” el concepto de desodorante, que falta hace.
Después del desastre durante la inauguración, acudimos un día de mucho ajetreo a la Taberna Garibaldi para intentar, sin éxito, probar su carta y sus cócteles
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